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Pantallazo
No tiene fronteras

Martín Sastre y el éxito de “Nasha Natasha”: “Desnuda a la celebridad y muestra al humano”

El realizador y amigo íntimo de Natalia Oreiro habla del valor especial de esta película en su vida.

15.08.2020 13:56

Lectura: 8'

2020-08-15T13:56:00-03:00
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Por Lorena Zeballos
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¿Qué probabilidad hay que una joven salida de un país en vías de desarrollo con tres millones de habitantes llene estadios en Siberia, no una vez, ni dos, sino repetidamente durante más de dos décadas? Parece ficción, pero es realidad.

Para Rusia, Natalia Oreiro se convirtió en mucho más que una artista pop del momento. Es un símbolo. De poder femenino, de sencillez, de trabajo y de amor.

Martín Sastre, director de Nasha Natasha, sabía perfectamente que Natalia es todo eso y más. Con la intención de grabar "como amigo" una gira inolvidable, convirtió una bitácora de viaje en un documental sobre la superación, el trabajo duro, la emoción de las raíces y la conexión intangible pero imposible de negar que solo el arte puede generar.

A una semana del estreno del documental en Netflix, hablamos del fenómeno de Oreiro en Rusia y de la Garra charrúa que está más viva que nunca.

 

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Vengo siguiéndole la pista a Nasha Natasha desde que estabas filmando y después cuando hiciste el llamado a través de Link LALA para la post-producción. ¿Cómo fue ese proceso?

Ni bien volví de Rusia estábamos arrancando con el proyecto de la plataforma Link LALA, un lugar para que los profesionales del audiovisual se pudieran poner en contacto y nosotros proponer proyectos. Es algo que ahora con la pandemia se está imponiendo más, el trabajo colaborativo a distancia.

Hicimos una convocatoria para distintos rubros y así elegimos asistente de edición, sonido... La verdad es que fue un trabajo muy enriquecedor porque descubrís un montón de gente que de otra forma quizás no podrías conectar.

De hecho, para el Mundial de Rusia hicieron la campaña a través de la plataforma para definir la "Garra charrúa" y siento que este documental es buena muestra de ello, desde la forma hasta el contenido.

Totalmente. Creo que la Garra charrúa es el común denominador de todos los que nos dedicamos a hacer cine en Uruguay. Es algo que siempre me destaca Natalia, "Vos sí que tenés Garra charrúa" y yo le digo "No, vos tenés". Porque de verdad, Natalia es una persona que ha hecho todo a pulmón con mucho esfuerzo y trabajo. Es el aspecto humano más importante que se retrata de ella en la película. Cuando la ves cosiendo su propio vestuario a las tres de la mañana antes de un show súper importante en Moscú o cuando la ves atravesar toda Rusia en el Trasiberiano, dejar al hijo durante un mes para seguir trabajando... Todo ese esfuerzo es una de las cualidades que mejor se retratan de Natalia en la película y creo que es una cualidad con la que más conectamos. Yo soy muy trabajador, si algo me entusiasma voy y lo hago, aunque me lleve seis años como esta película.

Tiene que haber un disparador emotivo de saber que lo que hacés, aunque cueste muchísimo, tiene un valor.

No podría hacer un proyecto de tanto tiempo y mantener el foco sin una motivación afectiva y en este caso fueron tres. En primer lugar, mi amistad con Natalia; nadie la conoce desde el lugar humano que yo la conozco. En segundo lugar, por un vínculo afectivo con mi país, porque de verdad cuando estás en Siberia y ves que está lleno de banderas de Uruguay, chicas con cuadros de Cabo Polonio, fotos del Palacio Legislativo... Te llenás de orgullo. Y en tercer lugar, es un vínculo emocional muy personal, y quizás el más fuerte, que es con mis raíces; mi abuelo era ruso, y me crié conociendo su cultura, su comida, el idioma... Rusia forma parte de mi vida. Mi abuelo murió cuando yo tenía 8 años, pero mi abuela me siguió inculcando la historia. Y justo antes de ir a la gira murió mi abuela y la última conversación que tuve con ella fue sobre que me iba a Rusia. Entonces de alguna manera sentí que les debía a ellos esta película.

¡Qué anécdota esa conexión con Rusia de los dos!

Sí, ¿no? Evidentemente estábamos predestinados a colaborar juntos. Somos de una misma generación, tenemos la cultura de trabajo muy arraigada. Tenemos gustos muy similares, desde lo más banal a lo más profundo. Creo que ese vínculo emocional fueron las que también pusimos en la película.

Casi todos conocemos a la Natalia artista, pero sabemos poco de su vida porque es muy cuidadosa de su privacidad. ¿Cómo fue el momento en el que se propusieron hacer el documental?

Se fue dando gradualmente. Primero lo que hicimos fue registrar la gira, porque era excepcional, recorría el interior de Rusia, ciudades donde nunca llega nadie. Fui en calidad de un amigo que está registrando. Cuando volvimos con un montón de material, que nos llevó siete meses visualizar, recién ahí me di cuenta de que si no contábamos la historia de Natalia no se entendía el fenómeno. Era importante entender que es uruguaya, del Cerro, de familia de trabajadores, que se lo hizo todo a pulmón y con 15 años se fue a vivir a Buenos Aires para encontrar un hueco donde poder realizar su vocación. En esa conversación empezó a surgir la idea de seguir filmando. Y naturalmente formamos parte yo de su vida y ella de la mía; conozco a sus padres, su esposo, su hijo... Somos muy amigos. Se fue dando de forma natural. Y cuando podés retratarla por fuera de la artista le das otra dimensión y la conexión que tienen con esas chicas que la esperaban en una estación de tres con 30 grados bajo cero. Natalia las conoce, les dedica tiempo, a algunas las conoce desde chiquitas y les pregunta por sus hijos... Es muy fuerte. Ahí entendés que detrás de todo eso "beatlemanía" hay un factor humano.

¿Tomaste dimensión real de la llegada que iba a tener el documental?

Estoy empezando a darme cuenta. Porque cada día me sorprende. Si ponés en Twitter las reacciones de la gente mientras mira la película son increíbles. Gente muy emocionada, y también eufórica. Críticas muy buenas para el valor técnico. Es muy difícil hacer una película que le guste a todo el mundo, si me lo hubiese propuesto no hubiese salido así. Además con un documental uruguayo, que se posicione entre lo más visto a nivel global... Es un viaje que estoy haciendo contento.

Siguiendo la pista en las redes de las reacciones de la gente, lejos de esa polarización de amor/odio cuentan anécdotas muy especiales de Natalia. No sé si muchos famosos tienen esa capacidad de, ante todo, ser reconocidos como buena gente.

De alguna forma la cámara se transformó en el ojo de un amigo muy cercano. Desnuda a la celebridad y te muestra un ser humano. Lo que queda al descubierto en la película es Natalia, que eventualmente es una artista, pero ante todo es un ser humano. Además, no tiene un lado oscuro, no es una diva, es lo que está ahí.

¿Te has enterado de anécdotas tras el estreno del documental?

Muchas. Me escribió una chica de Polonia que lo vio diez veces en una semana. Otra chica de Venezuela me contó que la película la ayudó a tomar una decisión muy importante en su vida... Mucha gente habló del trabajo de edición, impresionados por la forma con la que la montamos. El documental tiene factores azarosos donde un pequeño cambio hace que tengas que descartar un montón de cosas, en un ambiente de rodaje incontrolable.

¿En qué momento te encuentra este estreno? Plena pandemia, el sector paralizado...

Mirá, la verdad es que son esas cosas mágicas de la vida... No nos planteamos presentar la película por la pandemia porque el acuerdo con Netflix se hizo mucho antes. Pero llegó en el momento en el que la gente necesitaba ver algo así, porque te plantea un viaje, en un momento en el que ir al almacen ya es un riesgo. Los momentos de crisis como este hacen caer paradigmas, en la industria del cine probablemente también. El tema de las salas, la cuota de pantalla... Acá ya ves que un documental uruguayo compite con Hollywood y eso nos deja una enseñanza. Y además ahora con la plataforma LALA vamos a hacer una aplicación para capitalizar el tiempo de trabajo, una herramienta que antes hubiera sido útil, pero ahora va a ser vital. Que los problemas que nos deja la pandemia los podamos resolver con creatividad.

 

Por Lorena Zeballos
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