De ser un completo desconocido para el gran público, Martín Sodano pasó en 24 horas a convertirse en uno de los nombres más comentados de la política local. Lo logró con declaraciones muy controvertidas al semanario Búsqueda, en especial las que hizo sobre la ley de despenalización del aborto y la agenda de derechos aprobada en el gobierno del Frente Amplio.
Muchos se preguntaban por los antecedentes de Sodano, que llegó a militar en el Partido Colorado antes de Cabildo Abierto y terminó en la Cámara de Diputados gracias a la excelente votación de su partido. Pero algunos lograron dar con datos mucho más antiguos que esos.
No hablamos del fanatismo de Sodano por Rocío Marengo, que quedó al descubierto en una nota de TV Show, que muestra cómo el legislador electo le escribía por Twitter a la vedette mensajes como "Yo te hago novio, pero no x quien sos sino xq tas re guapa" (sic), además de otros tuits similares a otras celebridades.
Hablamos de una estupenda pintura que hizo a través de Twitter el periodista Carlos Tapia, del diario El País, sobre su infancia compartida con Sodano.
Contar esta historia de esta manera es como empezar Sexto Sentido aclarando que Bruce Willis está muerto, por lo que pedimos disculpas de antemano. Quienes hayan leído originalmente el hilo de Tapia en Twitter habrán visto que Sodano es solo la resolución del misterio, que se construye hábilmente con una narración costumbrista de su infancia.
Aún así, sabiendo el final, vale la pena leer lo que tiene que contar Tapia sobre El Carozo (la forma en que Sodano era llamado en su barrio) y cómo su desaparición súbita generó un pequeño misterio en su grupo de amigos. Pueden leer el hilo a continuación.
Mi viejo vive en Brazo Oriental, un barrio donde las calles solían convertirse desde la tarde hasta entrada la noche en improvisadas canchas de fútbol. La calle era el campo de juego, los arcos se hacían con piedra y los gritos y pelotazos eran la pesadilla de los vecinos (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
De los 8 a los 15 años tuve allí grandes amigos, aquellos que uno cree inseparables. Tuve también mi primera novia y mis primeras peleas a las piñas. “Si es más grande, dale con una baldosa”, decía el papá de un amigo. A nadie se le ocurrió hacerle caso, por suerte (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Éramos todos chiquilines de clase media, alguno más arriba y otro más abajo, pero sin grandes diferencias. El año pasado me reencontré con algunos de ellos y desde ese entonces de vez en cuando nos reunimos para hablar de “el barrio” (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
"El barrio" se reducía solo a una cuadra, si alguien vivía 200 metros de tu casa ya estaba en otro barrio, así funcionaba (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Con Germán, Nacho, Sebastián y Daniel nos juntamos horas a repasar nuestro pasado. Hablamos de lo que fue la vida de cada uno de los que vivían o aparecían de vez en cuando por esa cuadra. Y siempre terminamos conversando de lo mismo: qué será de la vida de El Carozo (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
El Carozo era el más humilde y desfachatado de “el barrio”, aunque no perteneciera a la misma cuadra apenas había que cruzar una calle para ir a buscarlo. Era uno de los que mejor jugaban a la pelota —porque no era fútbol, era la pelota—, también era el más sucio (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
No escatimaba en patadas a las canillas si eso era lo necesario para impedir que la pelota de goma atravesara el pequeño arco macado con piedra. El Carozo tiraba bombas brasileras en los buzones y nos incentivaba a que también lo hiciéramos. Y lo hacíamos (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Recuerdo como si fuera hoy la vez que saltó una reja para orinarle las plantas a una vieja que había osado quejarse de los pelotazos a la hora de la siesta. Muy chico, El Carozo decía las peores malas palabras y aún recuerdo unos chistes con rima verdaderamente ocurrentes (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
El Carozo me invitaba a entrar gratis al tablado del Albatros, porque su mamá vendía papitas Manolo ahí. Mi papá no me dejaba ir con él, pero de tanto insistir un día logré que me lo permitiera bajo estrictas condiciones (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Adentro del tablado yo podía estar con El Carozo, pero no iba con él, mi viejo me llevaba y me iba a buscar. El carnaval 96 lo vi de punta a punta gracias a El Carozo. Y se puede decir que nos hicimos grandes amigos, inseparables decíamos, pero no (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
En el 97 —creo que fue en el 97—, El Carozo se mudó y no lo vi más. Nunca más (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
¿Qué será de la vida del Carozo? Esa pregunta nos las hicimos una y mil veces. La última vez fue la semana pasada, cuando con Germán, Nacho, Sebastián y Daniel nos juntamos como lo hacemos de vez en cuando. Rastrearlo era imposible (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Nadie se acordaba de su verdadero nombre. Batman es Bruno Díaz, Superman es Clark Kent, El Carozo es... ¡Nadie sabe! (mejor dicho, nadie sabía). El Carozo se había convertido para nosotros en el superhéroe perfecto. Pero no, no era un superhéroe.
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Ayer, al fin, después de más de 20 años, la verdad fue develada. Y la respuesta llegó de la manera más inesperada, estaba dentro del semanario Búsqueda (sigue)
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
Este es El Carozo:https://t.co/W6QuXT7ifI
— Carlos Tapia (@ctapia1982) November 8, 2019
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